Y míreme usted, aquí dónde me ve, que aún con este vulgar
aspecto, tengo una profesión noble. Una de esas profesiones que hace las
delicias de grandes y chicos, de damiselas y caballeros, de héroes y de
villanos. Pues este servidor, no es, nada más y nada menos, que narrador de
historias.
Y quizá, usted, puede
que no de mente muy hábil, quién soy yo para juzgar, piense que el empleo al
que me refiero no es otro que el de escritor, el de aquel que escribe libros y
libros durante toda esta vida, y puede que también durante la siguiente. Puede
que sí, y puede que no.
Lo que diferencia mi profesión de la del escritor, no es otra
cosa que algo de lo que mi humilde persona carece, algo tal como la inventiva,
o la imaginación, si lo prefiere. Los escritores, gran gente, no lo dudo,
tienen para dar y regalar, y lo digo sin exagerar en absoluto. Ellos solos, sin
ayuda de nadie, son capaces de inventar un mundo, unos personajes, una raza
entera sin esfuerzo alguno, como quizá usted ya haya podido comprobar si es
aficionado a la lectura. Un oficio interesante el de escritor, sí señor.
Sin embargo, la gente
con la que comparto empleo, y yo mismo, como ya he dicho antes, carecemos de
esa imaginación que a los escritores les sobra, así que nos limitamos a narrar,
de la mejor forma que podemos, la pura realidad. Un narrador de historias jamás
meterá en sus textos o en su discurso algo que no haya pasado realmente, por el
simple motivo de que es incapaz de hacerlo. Y, es que cuando digo que carecemos
de ella completamente, lo digo completamente en serio, tanto que nuestra falta
de inventiva limita de forma exagerada nuestra capacidad de mentir. Por eso,
siempre que usted lea algo escrito por alguien como yo, sabrá que es verdad,
porque mentir nos cuesta tanto esfuerzo que preferimos no hacerlo. Y es que, y
preste atención a este dato, los narradores de historias somos tremendamente
vagos. El único esfuerzo que hacemos es el de mirar a nuestro alrededor y
escribir lo que pasa, sin inmiscuirnos si quiera, porque dar nuestro punto de
vista sería, por lo visto, algo terriblemente mal visto.
Y aunque el mero hecho de estarle contándole esto a usted ya
es inmiscuirme, le considero una persona de confianza, y sé que no lo contará,
exceptuando quizá en alguna reunión de alta sociedad a las que usted acude tan
a menudo, pero sé con certeza que nadie le prestará demasiada atención a estas
cosas, que no le suelen interesar a snobs tales como ellos, a los que, y
siempre desde el respeto, considero un puñado de imbéciles.
Y, como iba diciendo antes de este pequeño paréntesis, está
terriblemente mal inmiscuirte en un asunto, cualquiera que sea, pero no es tan
horrible dar tu opinión. Tú, en un texto o discurso, puedes hacer un pequeño
hueco, tal como el que he hecho yo antes, para dar tu opinión de un modo
humilde y discreto. Sé bien, que, al ser simples espectadores no deberíamos,
pero tiene usted que comprender que, aunque carezcamos de imaginación, sí que tenemos cerebro, y a
veces, que no siempre, nos gusta usarlo para algo más que para narrar nuestro
presente.
Un presente, que, por cierto, no estamos obligados a narrar
con escrupulosa exactitud. Y con esto me refiero a que, si estamos viviendo una
conquista, por ejemplo, no tenemos porque escribir el número de palomas que hay
en ese momento si no lo consideramos un dato relevante. Aunque claro, juzgar si
algo es relevante o no es inmiscuirse. Por si acaso lo dudaba, a mi me resulta
esto tan lioso como a usted.
En fin, dado que tengo la constante sensación de que me
repito más que el embutido, me gustaría que me permita usted terminar aquí esta
conversación, dado que pronto anochecerá , y , como todo el mundo sabe y como
yo mismo he registrado, las calles de esta ciudad, aunque hermosas, a partir de
cierta hora, se vuelven terriblemente peligrosas.
Espero que haya disfrutado de esta conversación, aunque
corta, interesante, y en la cual me siento encantado de haber podido
participar. No dude que esto ha quedado archivado, pero es que me parece una
terrible grosería el sacar la máquina de escribir en medio de este alboroto del
cual hemos sido parte estos breves instantes.
Pase una buena noche,
y un genial resto de su vida.
-Mix-
A CUADROS QUE ESTOY, MIXIE. Asombroso, sublime, genial... perfecto. Tienes un gran don ♥
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